El síndrome del nido vacío: qué es y por qué duele tanto
El apego es un vínculo afectivo que una persona (niño, adolescente o adulto) establece con algunas personas del sistema familiar.
Impulsa a buscar la proximidad y el contacto con las personas a las que se “apega”, llamadas figuras de Apego: con ellas se siente segura y sin ellas la situación es amenazante, desprotección y desamparo.
Existen distintas formas de apego, y ocurre desde que tenemos 3 meses y va cambiando nuestra figura de apego hasta que tenemos pareja.
- Apego Seguro: confía en la incondicionalidad de sus figuras de Apego, en que sus necesidades de protección, seguridad, nutrición y amor serán cubiertas.
- Apego Inseguro:
- Ansioso-Ambivalente: desconfían de la respuesta que va a obtener del cuidador, exageran la conducta de apego para tratar de asegurarse la respuesta del cuidador, mucha ansiedad ante la separación. A la larga da lugar a relaciones dependientes.
- Evitativo: No espera una respuesta adecuada a sus necesidades, por lo que evita las respuestas del cuidador: se muestran excesivamente independientes.
Cuando, una vez tenemos pareja, se decide formar un proyecto de familia, una figura de apego adulta (simétrica) y de apego con los hijos (asimétrica), reorganización de tareas y responsabilidades, conciliación laboral-familiar. Pero, ¿qué ocurre cuando tenemos que volver hacia detrás donde los hijos se independizan y la pareja vuelve a ser “pareja”? Tiene lugar entonces la crisis del “Nido Vacío” y/o de la “Jubilación”. Pueden aparecer los conflictos que han estado camuflados por otras ocupaciones (crianza y trabajo). Hay soledad emocional y falta de vínculos. Es fundamental mantener la figura de apego de la pareja y contar con otras figuras de apego. La sensación de desvalimiento puede ser similar a la del recién nacido, sin una persona que se entregue de manera incondicional a atender sus necesidades. Esto se vive de forma similar a un duelo.