Dime qué tipo de familia eres y te digo qué tipo de relación tendrás
Los padres y las madres siempre intentan dar y hacer por los y las hijas lo mejor, pero como decía Oscar Wilde “muchas veces con las mejores intenciones, producimos los peores efectos”. El arte de ser padre o madre es una disciplina compleja, y sin manual de instrucciones.
La sociedad actual ha influido en la necesidad de desarrollar nuevos modelos de familia, concretamente 6 según el enfoque de la Terapia Breve Estratégica, que, pese a nuestras mejores intenciones, pueden producir consecuencias no tan beneficiosas con respecto a la relación entre padre-madre e hijo o hija.
La Terapia Breve Estratégica fue desarrollada por Giorgio Nardone, psicoterapeuta, investigador y profesor fundador del Centro di Terapia Strategica de Arezzo. Dirige la escuela de Especialización en Psicoterapia Breve Estratégica y la Escuela de Comunicación y Problem Solving Estratégico, con varias sedes en Italia y España. Es una intervención breve de menos de 20 sesiones y se ocupa, por una parte, de eliminar los síntomas o el comportamiento disfuncional por el cual la persona ha recurrido a terapia, y por otra en producir un cambio de modalidades según las cuales, el paciente construye su propia realidad personal e interpersonal. Su clave radica en utilizar lo que los pacientes llevan consigo para ayudarlos a apagar sus propias necesidades de forma que puedan hacer que sus vidas sean satisfactorias.
Volviendo a los 6 modelos familiares encontramos los siguientes:
Modelo hiperprotector. Las familias sobreprotectoras o hiperpadres son las que más abundan en la actualidad. Estos padres lo que hacen es intentar facilitar el camino de su hijo e intentar que no sufran. Esto suena muy bien, el problema está cuando se excede y entonces estos padres llegan a sustituirse por sus hijos para solucionar los problemas (por ejemplo, hacen sus deberes) o ayudan en exceso, una ayuda no solicitada y excesiva que lo que provoca es niños debilitados. Los padres pueden decir: “lo hago solo por ti, porque te quiero” pero en el fondo el niño va recibiendo la comunicación “lo hago por ti porque creo que tú solo no podrías, que tú no eres capaz”. Con estas buenas intenciones se crían hijos frágiles y que acaban sintiéndose incapaces. Como no quieren que sufran no se les enseña a soportar la frustración y son niños no preparados para reparar el error. A la larga pueden convertirse en conejitos fuera de casa pero en casa comportarse como verdaderos leones.
Modelo democrático permisivo. Son familias que consideran importante que padres e hijos sean amigos y reine la paz. Donde hay una ausencia de jerarquías, y se intenta que todos tengan los mismos derechos y luchar para que siempre haya consenso entre todos evitando cualquier tipo de conflicto. En estas casas debe de haber mucha comunicación y ante una disputa, se tiene que hablar, negociar, y si hace falta se llevan a cabo votaciones entre los miembros. De nuevo, esta dinámica parece lo más saludable y así lo es, el problema será cuando se extrema este modelo. En esos casos, los hijos pueden empezar a entender que tienen la oportunidad de hacer de dictadores, saltándose las reglas de la democracia familiar. Un ejemplo de esto, sería la aparición de actitudes autoritarias en los hijos, donde llegan a elevar el tono de voz a sus padres. Los padres se ponen nerviosos porque ellos quieren vivir en un entorno de respeto, donde nadie se salga de la democracia y se acaban convirtiendo en rehenes de sus propios hijos. El niño puede convertirse en un tirano con sus padres, un verdadero dictador dispuesto a cargarse la democracia existente para conseguir su beneficio.
Modelo sacrificante. Son las interacciones familiares donde se observa que los padres se sacrifican constantemente por los hijos y viceversa. En esas casas se comprende que los actos de sacrificio y el deber te hacen bueno. Se dejan de lado los deseos personales para contentar los deseos de los demás.
Modelo intermitente. Aparece cuando se oscila de un modelo familiar a otro sin una constancia. Son padres totalmente ambivalentes y contradictorios que generan mucha inseguridad en los hijos porque no saben de qué modo se van a presentar, ya que estos pueden pasar de ir de rígidos y duros, a ser suaves y flexibles, de valorar mucho a sus niños a descalificarlos, etc. Se genera la sensación de que hagas lo que hagas estás cometiendo un error, estás equivocado.
Modelo delegante. Aquellos padres que delegan la crianza, la educación a otras personas. Familias que no acaban de generar un sistema autónomo y se insertan en la familia de origen de uno de los cónyuges, es decir, no aprovechan la ocasión de tener hijos para desvincularse de su familia de origen, sino todo lo contrario. Esto les genera a los padres por una parte beneficios logísticos pero por otra, compromisos con las personas a las que delegan la educación de sus hijos, que les harán sentir condenados. Estos hijos pueden acabar percibiendo que tienen más de dos padres y si encima no hay nadie del todo cualificado para ser la autoridad, les puede acabar generando mucha inseguridad.
Modelo autoritario. En estas familias los padres tienen el poder de forma decidida y rígida. Los padres están en una posición de fuerza y los hijos en una posición de inferioridad, donde por ser hijos, deben de obedecer las reglas de los padres. El sentido del deber y la disciplina son fundamentales, y se ejerce mucho control en las necesidades y deseos (aunque se tengan posibilidades económicas).
Para intervenir en una terapia familiar o realizar una terapia infanto-juvenil desde la Terapia Breve Estratégica del psicólogo Giorgio Nardone lo primero que hacemos es detectar el modelo predominante de interacción familiar para saber cómo funcionan y entender como se ha construido el problema. Si sabemos cómo se ha construido el problema sabremos también como destruirlo. Y como dice Nardone deberemos de tratar de corregir las mejores intenciones que provocan los peores efectos.
Patricia Flor
Psicóloga y Mediadora Familiar
Vila-real