Hábitos saludables: por qué empezarlos en septiembre
¿Por qué cree que algunas personas se apuntan en septiembre al gimnasio y dejan de ir a las pocas semanas? ¿Qué podría hacer detrás de esos abandonos prematuros?
Las personas necesitamos un punto de inicio y de fin. Bueno, más que nosotras, el cerebro: el cerebro y su necesidad de sentir control, es una forma de autoengañarnos, que logra reducir la ansiedad o la sensación de “culpabilidad” quizás por no haber comenzado antes, o percibir que estamos proponiendo un objetivo suficientemente claro y conciso para él.
Esta última cuestión podría ser uno de los motivos de los abandonos prematuros. Al cerebro le gustan los retos, y por ello necesita de objetivos para “sobrevivir”, pues formarnos una ilusión nos motiva y nos da vida. Los retos y sentir el control o no vivir con incertidumbre son dos cosas que al cerebro le gusta. El sistema ejecutivo del cerebro permite aplicar a la conducta objetivos generados internamente. Se utiliza como sistema adaptativo para controlar el patrón de respuesta adecuado frente a situaciones nuevas o motivantes como podría ser este caso. Su funcionamiento se basa patrones de respuesta que surgen de la actividad de neuronas que responden específicamente cuando la estimulación no está presente. ¿Qué ocurre si el objetivo no está bien planteado o no hemos encontrado la estimulación interna suficiente? Pues que abandonamos.
En otras palabras, el objetivo tiene que ser tuyo: único e intransferible. Además de ello, medible. Cuando proponemos un objetivo no solemos preguntarnos ¿cómo sabré si lo he conseguido? De manera objetiva. Los objetivos, por otro lado, requieren de un plan de acción y seguimiento: sin ello, los objetivos carecen de realizar su función. Este podría ser otro de los motivos, además de no permitirnos ser flexibles y centrarnos en el gran objetivo en lugar del proceso y los pequeños logros conseguidos hasta el objetivo final. Para ello es importante establecer tanto objetivos a corto plazo como a largo plazo. Establecer un objetivo inalcanzable, ambiguo, sin plan de acción, y con ausencia de recompensas está enfocado al fracaso.
Algunos consejos para apuntarse en el gimnasio en septiembre y mantenerse durante todo el año serían los siguientes:
- Busca el “para qué” de ese objetivo, tu fuente de motivación que te dará el impulso. No olvides que la motivación no es más que dar movimiento o acción a algo, en este caso tu objetivo
- Arrancar es tan fácil como autoengañar al cerebro con la regla de los dos minutos: solo voy a practicarlo durante dos minutos y me voy.
- No te olvides de plantear tus recompensas cuando marques las fechas de seguimiento de los objetivos: literalmente márcalo en tu agenda.
- No hay plan B, solo pensar cuánto te arrepentirás si no lo haces, y para ello podemos contar del 5 al 1… y hacerlo.
Vive tu propio proceso: céntrate en el tuyo propio y en el de nadie más.
Esta sería una actitud inicial clave. Porque solo esa persona siente cómo y cuándo. Además de ser consciente de que el establecimiento de un hábito o una rutina es un proceso, cosa que no debemos olvidar. Iniciar un hábito, aunque estemos motivados inicialmente, debe hacerse de forma paulatina, sin forzar ni dar de más. Date el tiempo necesario para recuperar los hábitos y así, disfrutar de sus beneficios y del inicio del proceso. Según W. James se necesitan 21 días para instalar un hábito (aunque ese tiempo depende de la motivación, de la persona y de otros aspectos), y hay personas que tardan hasta 6 meses en hacerlo. Tal vez el tiempo que se tarda en instaurar un hábito no esté claro. Lo que sí está claro es que al cerebro le encanta automatizar y vive más cómodamente con rutinas, porque eso le facilita la vida: dentro del proceso, si se hace de forma progresiva y paulatina su incorporación, mejor y más fácil se lo vamos a poner al cerebro y con mayor gratitud lo incorporaremos a nuestras vidas.
Patricia Flor
Psicóloga y Mediadora Familiar
Vila-real